Monday, May 11, 2015

El arte de Alejandro en el Columbus Centre

Ya está abierta la exposición de Alejandro Rabazo
en el Columbus Centre,
901 Lawrence Avenue West, Toronto
(SW corner de Dufferin y Lawrence). 
La exposición puede verse hasta el 7 de Junio
y sus horas de visita son: 
Mon-Thurs, 6-10:00pm, Fri, 6:00-9:00pm y
Sat. and Sundays, 9-6:00pm

La mayoría de sus cuadros reflejan el paisaje de Toronto.
Otros temas incluyen el tema de bodegones y paisajes.

Las pinturas de Alejandro pueden verse en
website: www.alejandrorabazo.com
"The consolation of art comes in many forms...
For some it is making, for others it is having".

"Buying art is the same thing as falling in love".


Thursday, May 7, 2015

Trabas”de los emigrantes para votar


Izquierda Unida ha presentado este martes una queja ante la Junta Electoral Central (JEC) ante las “trabas” que están encontrando para votar los emigrantes españoles con derecho a voto en los comicios del próximo 24 de mayo, un colectivo que asciende a 1,8 millones de electores, según el censo electoral de españoles residentes en el extranjero (CERA). “Constituyen la cuarta circunscripción del país, empatados con la Comunidad Valenciana", ha subrayado Gaspar Llamazares, el portavoz de Justicia de la coalición de izquierdas. El partido recoge en su escrito las quejas de los emigrantes españoles, como fallos en la página web del INE, atascos en los consulados o falta de información.

El candidato de IU a la comunidad de Madrid, Luis García Montero, ha vinculado estos problemas a que se trata de un colectivo especialmente golpeado, que “ha pagado la crisis en sus propias carnes” y cuyo voto “negativo” no interesa a los dos grandes partidos. En los últimos seis años de la crisis, más de 207.000 electores han pasado del censo de residentes en España al de residentes ausentes.

En el año 2011 una reforma de la ley electoral generalizó el llamado “voto rogado” para los españoles que residen permanentemente en el exterior, una modalidad de sufragio que obliga al potencial votante a "rogar" su derecho a voto en cada proceso electoral mediante “una compleja y dilatada carrera de obstáculos burocráticos”, incide el escrito de IU a la Junta Electoral Central. La reforma limitó además el voto de los residentes en el exterior a las elecciones autonómicas, impidiendo que voten en las municipales. Tras el cambio legal, entre las elecciones generales de 2008 y 2011 se produjo una caída de la participación de 30 puntos sobre la media, con una tasa de abstención de hasta el 95%. El voto de los residentes en el exterior no ha aumentado mucho con el tiempo: en las europeas de 25 de mayo de 2014, solo el 2% de los inscritos en el censo, 34.310 personas de las 1,7 millones censadas, ejercieron su derecho al voto.

“Las dificultades creadas por la nueva normativa además de otros problemas produjeron situaciones lamentables, como que en Venezuela ninguno de los 157.000 inscritos en el CERA haya podido votar, o que solo se recibieran 507 votos de emigrantes canarios, lo que supone un 0,4% del censo, que asciende a 125.957 personas. En el País Vasco, de 60.206 inscritos, y de 3.846 solicitudes aprobadas, solo votaron 1.560 emigrantes. En Melilla solamente se recibieron 3 votos de casi 4.000 censados”, recoge el texto de la coalición de izquierdas.

Según el partido, “son numerosos los españoles residentes en el extranjero que denuncian las dificultades burocráticas que encuentran para solicitar la documentación electoral, tanto por vía telemática como por fax y, de este modo, poder ejercer su derecho de voto en las elecciones autonómicas del 24 de mayo de 2015”. Por ejemplo, muchos de los que intentan realizar el trámite preceptivo de solicitud de voto en la web oficial no lo consiguen porque el sistema les devuelve a la primera página sin haber podido finalizar la tramitación. Los faxes de los consulados “comunican constantemente”, añade Llamazares.

En su escrito, IU solicita a la JEC que tome todas las medidas que considere oportunas para garantizar el derecho a voto de los emigrantes y que, en especial, inste a la Administración General del Estado a actuar de forma urgente para que los españoles residentes en el exterior puedan pronunciarse en las urnas "con todas las garantías", y reclama que se amplíe el plazo para la solicitud del voto rogado, que termina el 25 de abril. 


Sunday, May 3, 2015

Sábado, 9 de Mayo-Sesión informativa


ANUNCIO

La Consejería de Empleo y Seguridad Social en Canadá ha organizado en Toronto, con la colaboración del Consulado General de España, en esta ciudad y del Club Hispano, los dos actos informativos sobre los asuntos de su competencia, y entre los que cabe destacar : acceso a la asistencia sanitaria en España, a pensiones españolas, retorno a España, convenios especiales para emigrantes, ayudas de la Dirección General de Migraciones.

Habrá, por tanto, dos sesiones informativas en el mismo día, una colectiva y otra sesión informativa para consultas individuales, tras la reunión colectiva.  Ambas actividades se realizarán en el Club Hispano, 3465 Dundas Street  West, Toronto.  Para la asistencia a las sesiones individuales será necesario pedir cita previamente.
1.    Sábado 9 de mayo, A las 16:30 horas tendrá lugar la sesión informativa colectiva en el Club Hispano.  La sesión tendrá una hora y media de duración.

2.    Sábado 9 de mayo, Una vez finalizada la sesión grupal se atenderán consultas individuales en el mismo Club.  Para ello, es necesario pedir cita previa (ver más abajo).
(Las sesiones informativas a cargo de D. David González Vera, Consejero de Empleo y Seguridad Social y de Doña Pilar Martínez Atienza, Jefa de Sección de la Consejería.  Así mismo, contaremos con la presencia del Sr. Cónsul General de España en Toronto, D. Pablo Ruiz-Jarabo.  Se ruega puntualidad).

NOTA :  Quienes quieran realizar una consulta individual, para el día 9 de mayo han de solicitar cita previa en el teléfono 1 613 742 7077, ext. 25 (entre las 10 :00 y las 13 :00 horas), o en la dirección de correo canada@meyss.es,  indicando brevemente el asunto del que quieren tratar para que podamos valorar la prioridad a la hora de adjudicar las citas, en su caso.

Desde la Consejería de Empleo y Seguridad Social les enviamos un muy atento saludo.



Friday, May 1, 2015

La Tomatina y el Flamenco triunfan en Bollywood


¿Creen que se pueden bailar flamenco al ritmo de bollywood? Se puede. Lo han comprobado ya millones de espectadores en la que ya es la película más taquillera en la India. Se ha rodado aquí, en España y más o menos como Resacón en las Vegas, pero con la tomatina y los San Fermines.
El filme narra la alocada despedida de soltero de uno de sus protagonistas en España. Una visión atrevida que ha escandalizado a las clases más puritanas del país.
Bollywood descubre nuestras festividades más populares, como la Tomatina, y nuestra cultura más flamenca.
La fusión entre sus bailes populares con el flamenco ha tenido muy buena acogida en las taquillas internacionales. El film se estrenó a mediados de julio ya ha recaudado más de 2 millones y medio de euros.
 
https://www.youtube.com/watch?v=yDv0WSgXJVg

http://www.antena3.com/se-estrena/noticias/tomatina-flamenco-triunfan-bollywood_2011080600080.html


Cuando en Islandia estaba bien visto matar vascos

Se ha derogado la ley islandesa del siglo XVII que permitía asesinar vascos en Islandia

    Ballenero vasco del siglo XVII
    Ballenero vasco del siglo XVII
    Una ley de 1615 permitía el asesinato de vascos en el distrito de los Fiordos Occidentales de Islandia y nadie se acordó de derogarla hasta el pasado 22 de abril. La ley la promulgó el rey danés Cristián IV y la hizo cumplir Ari Magnússon, jefe de la región, para que sus vecinos persiguieran a los balleneros vascos que acababan de sufrir un naufragio: mataron a 32, la mayor masacre de la historia de Islandia.
    El pasado 22 de abril se celebró una ceremonia de reconciliación en el pueblo de Hólmavik, a orillas del fiordo en el que se hundieron los tres galeones vascos. Colocaron una placa en una roca volcánica, las autoridades islandesas y guipuzcoanas dieron sus discursos, un descendiente de los asesinos y otro de los asesinados se abrazaron, luego leyeron poemas, escucharon música, visitaron un yacimiento arqueológico. Resultó bastante más agradable que la orgía de hachazos, pedradas, decapitaciones y desmembramientos de 1615. Animado por el buen ambiente, el señor Jónas Gudmundsson, presidente actual del distrito de los Fiordos Occidentales, anunció la buena noticia: queda derogada la ley que permitía asesinar vascos.
    Luego aclaró que era una broma. O sea: que antes tampoco se podía, que en Islandia tienen leyes que prohíben asesinar a personas en general, vascos en particular. Pero que la orden de 1615 estaba ahí, que era bonito anularla, que ahora los turistas vascos podrán ir con más tranquilidad.

    Al principio todo iba bien: el idioma vasco-islandés
    Que no se enfaden los islandeses, ahora que somos amigos, pero las cosas eran así: ellos no sabían cazar ballenas. Solo aprovechaban las que encallaban en la costa. Las remataban, se comían la carne y empleaban los huesos en la construcción de casas. La expresión islandesa para desear buena suerte es hvelreki, una palabra que incluye el sustantivo ballena y el verbo varar. Buena suerte: que una ballena quede varada en tu playa.
    Tampoco aprovechaban las ballenas a escala industrial, como hacían los vascos, que desplegaron sus factorías para fundir grasa y obtener aceite a lo largo del Atlántico Norte, desde las islas Svalbard hasta Terranova. Aquello sí que era un negocio: cada tonel de aceite de ballena se vendía en Europa por el equivalente a cinco mil euros actuales, y había galeones que transportaban mil o dos mil toneles en cada temporada.
    Cuando los vascos llegaron a Islandia, mantuvieron buenas relaciones con los locales: pagaban tasas por el derecho a cazar ballenas en sus aguas, por el derecho a desembarcar en tierra firme para descuartizarlas y fundir la grasa, por el derecho a recoger madera. Se las pagaban directamente a los jefes islandeses, lo que rompía el monopolio del rey de Dinamarca, soberano también de Islandia. Además, los vascos y los islandeses se compraban y vendían mercancías. El rey danés empezó a mosquearse.
    La relación entre balleneros y locales fue buena y duradera. Lo demuestra la existencia de un rudimentario idioma vasco-islandés, lo que los expertos llaman un pidgin: una lengua improvisada, un chapurreo que en este caso incluía términos vascos, islandeses, ingleses y franceses. En un instituto de Reikiavik se conservan dos glosarios del siglo XVII que recogen 745 palabras: es el primer diccionario de otra lengua, después del latín, en la historia de Islandia. Mucho de los términos en euskera pertenecen al dialecto labortano, de lo que se deduce que la mayoría de los balleneros procedían del puerto de San Juan de Luz.
    En los glosarios se recogen cientos de palabras sueltas como schularua (del vasco eskularrua: guante), eskora (aizkora: hacha) o unat (hunat!: ¡ven aquí!). Y un buen número de frases: “Christ Maria presenta for mi balia, for mi presenta for ju bustana”. Es decir: si Cristo y María me dan una ballena, para mí el cuerpo y para ti la cola. O algo parecido.
    Con otras frases se podría, ejem, ensamblar algún diálogo:
    -Fenicha for ju (follar contigo).
    -Sumbatt galsardia for? (¿por cuántos calcetines?)
    -For ju mala gisonna (eres un hombre malo).
    -Gianzu caca (vete a comer mierda).
    Eran amigos pero hablaban como balleneros, claro.




    © Aquarium Donostia-San Sebastián

    Así fue la masacre
    En 1615 las cosas se torcieron. Islandia, seguramente el país más pobre de Europa, llevaba varios inviernos horribles y bordeaba la hambruna. También había sufrido ataques piratas. De hecho, las primeras veces que aparecieron los galeones balleneros vascos, los tomaron por atacantes. Esa primavera, el rey danés Cristián IV proclamó que los islandeses tenían derecho a atacar a los vascos, tomar sus barcos, saquear sus posesiones y, si hacía falta, matarlos.
    Ese año llegaron tres galeones guipuzcoanos y se instalaron en un fiordo del oeste de Islandia. Hubo algún rifirrafe: un grupo de pescadores islandeses atacó a dos chalupas balleneras atrapadas entre los hielos de una bahía, “para adquirir cierta fama matando vascos”, según Jón Gudmunsson, cronista del siglo XVII, autor del relato más detallado de la masacre: ‘Un relato verdadero de los naufragios y las luchas de los españoles’. Un granjero islandés robó grasa de ballena, unos vascos robaron unas ovejas, unos y otros se enzarzaron en pequeñas broncas. A pesar de todo, la campaña transcurrió bien. Los vascos cazaron once ballenas, fundieron la grasa y vendieron la carne, muy barata, a los islandeses. Cuenta Gudmunsson que incluso arponearon unas ballenas pequeñas para regalárselas a los habitantes de algunas aldeas costeras.
    El 19 de septiembre, los tres capitanes vascos echaron cuentas, cerraron la campaña, prepararon los barcos para regresar a San Sebastián y celebraron una cena con vino tinto. Esa noche llegó el desastre: la tormenta, las olas como murallas, los bloques de hielo lanzados contra los cascos, la madera reventada, la inundación, los galeones a pique con las bodegas repletas de aceite. Y al final, cuando callaron los gritos, 83 hombres en tierra firme.
    83 hombres empapados y congelados en tierra firme, bajo una tormenta, en un páramo subártico, sin comida, sin barcos, con un invierno de seis meses por delante. Cerca de ellos, algunas aldeas de campesinos y pastores famélicos, agotados tras un invierno que duraba ya cuatro años sin tregua, con las cuatro ovejas esqueléticas que aún sobrevivían.
    Las ovejas: el capitán donostiarra Martín de Villafranca pretendió comprar algunas. Los islandeses se negaron, no querían morir de hambre. Villafranca visitó al sacerdote Jón Grímsson, le reclamó unas deudas de los islandeses por una cantidad de grasa de ballena que semanas atrás no importó nada, y que ahora era argumento de vida o muerte. Villafranca quería que Grímsson le pagara la deuda en ovejas. El sacerdote dijo que no le debía nada. Los hombres de Villafranca lo agarraron, lo zarandearon, le colocaron una soga al cuello, hicieron el amago de ahorcarlo, lo dejaron y se fueron.
    Esa sería la acusación más grave contra Villafranca y sus hombres, en un juicio que se celebraría dos semanas después sin su presencia: las amenazas de muerte al sacerdote. Ari Magnússon, jefe de la región de los Fiordos Occidentales, esgrimió ante doce jueces la carta del rey danés que les permitía matar a los vascos. Y dieron la orden.
    Para entonces, ya habían matado a los primeros.
    Las tripulaciones del capitán Aguirre y del capitán Tellería, 51 hombres en total, remaron por la costa en varias chalupas hasta que encontraron un velero en un pequeño puerto. Lo robaron, siguieron por la costa islandesa, pasaron varios meses pescando, robando ovejas, sobreviviendo como podían, y se sabe que al final consiguieron otro barco mayor y zarparon de regreso a San Sebastián. No consta si llegaron.
    De los 32 hombres del capitán Villafranca, en cambio, no se salvó ninguno. Se dispersaron en varias chalupas y a uno de los grupos, formado por 14 hombres, lo sorprendieron pasando la noche en una cabaña de la costa. Una tropa de campesinos islandeses asaltó la cabaña, mató a los vascos y se entretuvo un buen rato con los cadáveres. Fueron “mutilados, deshonrados y hundidos en el mar, como si fueran paganos de la peor especie y no pobres e inocentes cristianos”, escribió el cronista Gudmundsson, a quien se le nota la repulsa por sus compatriotas y la compasión por los vascos, que fueron cazados durante varias semanas a través de Islandia.
    En los siguientes episodios, los islandeses fueron encontrando y matando a los vascos desperdigados. Les clavaron cuchillos en los ojos, les cortaron las orejas, las narices y los genitales, les rajaron el cuello, luego ataron los cadáveres de dos en dos, espalda con espalda, los pasearon por los pueblos y los lanzaron al mar.
    La escena final puso frente a frente a los dos protagonistas: al capitán Martín de Villafranca y al jefe Ari Magnússon. Villafranca estaba con sus dos últimos hombres en una cabaña, intentando calentarse con una hoguera, cuando las tropas de Magnússon llegaron pegando tiros. El capitán donostiarra se rindió y se puso de rodillas delante de Magnússon y del cura Grímsson, que le acompañaba. Dice el relato que Villafranca habló en latín al cura para pedirle perdón y clemencia, que el cura lo perdonó, y que en ese momento uno de los islandeses se echó encima del vasco y le pegó un hachazo en el pecho. Villafranca echó a correr hasta la orilla, se zambulló en el mar y cumplió un prodigio: nadó.
    Un prodigio: los islandeses no sabían nadar. En ese océano helado nadie nadaba, porque nadie podría sobrevivir en ningún caso. Dice el cronista, rendido de admiración por el capitán donostiarra, que Villafranca nadó mientras cantaba en una lengua extraña la canción más conmovedora que jamás habían oído los islandeses.
    Los hombres de Magnússon no parecían demasiado sensibles a los cantos bellos, porque saltaron a una chalupa gritando con furia y remaron a por Villafranca. “Nadaba como una foca o una trucha”, dice la crónica. Uno de los islandeses le acertó con una pedrada en la cabeza y lo recogieron medio muerto del agua. Terminaron el trabajo a conciencia: lo llevaron a la orilla, lo desnudaron y con un cuchillo lo rajaron desde el pecho hasta el ombligo. Villafranca intentó ponerse de pie, escribe Gudmundsson, y sus entrañas se desparramaron. El capitán donostiarra, que tenía 27 años, se desplomó y murió.
    Los islandeses se rieron ante el cadáver destripado, “alguno mostró curiosidad por ver lo que hay dentro de un hombre”, y luego fueron a matar a los dos vascos que quedaban vivos. Así terminaron con los 32 balleneros vascos, en la mayor masacre de la historia de Islandia. Limpiaron sus cuchillos, Ari Magnússon dejó en vigor la ley que permitía matar vascos en sus dominios de los fiordos occidentales y la semana pasada, el 22 de abril de 2015, un sucesor en su cargo la anuló.